Lavabo litúrgico de acero inoxidable | Lavamanos
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Lavabo litúrgico de acero inoxidable | Lavamanos
- Conjunto de lavamanos litúrgico.
- Jarra y plato de acero inoxidable.
- Plato o bandeja de 19 cm de diámetro y 5 cm de altura.
- Jarra 11 cm de altura y 9 cm de diámetro.
Ventajas del Lavamanos Litúrgico de Acero Inoxidable
El lavamanos litúrgico de acero inoxidable es una opción excelente para su uso en ceremonias religiosas, ya que posee una serie de propiedades que se ajustan al uso que se hace en iglesias y capillas.
Este material ofrece múltiples beneficios como pueden ser.
- Alta resistencia a golpes, caídas y otros daños físicos.
- Resistencia a la corrosión. Puede estar en contacto constante con agua sin que sufra desgaste o daños
- El acero inoxidable no absorbe olores ni sabores, lo que asegura que no haya alteraciones en el agua utilizada durante las ceremonias.
- Se puede lavar tanto a mano como en lavavajillas, lo que simplifica su mantenimiento y garantiza su higiene.
- No libera sustancias tóxicas ni altera las propiedades del agua.
¿Por qué el Sacerdote se lava las manos en Misa?
El ritual de la Misa está estructurado en diferentes partes que el sacerdote lleva a cabo de manera meticulosa.
Una de las más importantes es la consagración del pan y del vino. Antes de iniciar este momento culmen de la liturgia, los sacerdotes se preparan lavando las manos.
El lavado de manos es un gesto significativo dentro de la celebración de la Misa, ya que tiene un relevante simbolismo.
El lavado de manos durante la celebración litúrgica no es simplemente un acto de higiene, sino que simboliza la purificación interior que el sacerdote busca antes de la consagración del pan y del vino.
Mientras el sacerdote lava sus manos, recita en voz baja una oración basada en el Salmo 51: "Lávame Señor de todos mis delitos y purifícame de todos mis pecados". Esta oración manifiesta el deseo de purificación espiritual no solo para el sacerdote, sino también de todos los fieles que participa de la Eucaristía.
La Instrucción General del Misal Romano (IGMR) menciona este rito, destacando que el sacerdote lo realiza después de la incensación o la oración de arrepentimiento. De este modo el sacerdote pide la ayuda de Dios para estar purificado tanto interior como exteriormente, en preparación para el momento más sagrado de la Misa.
El acto del lavabo de manos tiene sus raíces en la tradición de las comunidades cristianas primitivas.
San Cirilo de Jerusalén explica que este acto no es meramente para limpiar las manos de suciedad física, sino que representa la pureza de las obras y la ausencia de pecado.
Las manos son símbolo de la acción humana, y al lavarlas, se subraya la necesidad de estar libres de culpa y reproche al acercarse al altar de Dios.